Cuando comenzamos este proyecto, imaginamos un pequeño, apacible y silencioso bosque de encinos rojos, eh imaginamos como ese silencio se interrumpía por el viento que agitaba el follaje de los árboles, el sonido de las pisadas de los usuarios sobre la madera y los pájaros volando para llegar a sus nidos entre los arboles.
El corazón de la casa seria este bosque y sus habitantes dispondrían de una variada opciones de rutas para llegar a los espacios cerrados, pero por medio de la disposición de algunos elementos arquitectónicos enfatizamos que el recorrido mas interesante y rico era atravesando este nuevo bosque.
Todos los volúmenes que componen la casa están organizados en torno este bosque provocando un patio, que evoca la arquitectura de las antiguas casas del siglo XVI de la ciudad de Morelia. Los límites de este patio, estarían definidos por 4 volúmenes que componen la casa.
El primero, y más grande alberga la entrada de servicio, bodega, recámara de servicio, alacena, cocina, terraza y en la parte superior, recámara de visita y estudio. Sobre este volumen descansa y se ensambla el segundo, una caja flotante de granito negro, que alberga sala de televisión y tres recamaras, debajo de esta caja por su condición y posición se encuentra sala, comedor y oficina que se abren y orientan hacia el bosque.
El tercer volumen es un largo pasillo de acceso con una ventana igualmente larga que enmarca la presencia de los árboles y los efectos de la luz sobre ellos.
El cuarto volumen son baños que dan servicio a los eventos que eventualmente se dan en el patio. Esta casa es una obra que es difícil entenderla desde la lejanía,se requiere de un usuario que la habite, la recorra y perciba la fascinación que sentimos por el espacio, la geometría, la naturaleza y los efectos de la luz sobre todos ellos.